ANTON GARCIA DE BONILLA
de un extraño mal, le ofreció a Santa
Rita la promesa de visitar su capilla durante
todos los primeros viernes. Las niñas sanaron
pero el gentil hombre se olvidó de lo jurado.
Por eso cuentan que lo ven vagar en las calles
de Santa Rita y del Embudo, cumpliendo su
palabra
desde ultratumba, sobre un corcel fantasmal.
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